Jurassic World, más actualizados y nostálgicos que nunca.
Aunque no llega al nivel de la
que es considerada una de las obras maestras del cine de aventuras, el director
de Jurassic World, Colin Trevorrow,
recoge el testigo de una forma más hábil que en las dos secuelas anteriores
para ofrecer una película de nuevas tecnologías en la que el espíritu Spielberg
-en esta ocasión, a cargo de la producción y supervisión- se siente en cada
fotograma.
Aunque en algunas escenas te
remonta al pasado con una sensación de recuerdos, suspiros que se logran ver
dentro de los escombros que quedaban del parque anterior. Aunque carece de la chispa original de la película
de 1993, Jurassic World es lo que esperábamos… pero con más dientes. La
nueva ‘mala’ de Mundo Jurásico es una especie modificada genéticamente, Indominus
Rex, que piensa, siente y se camufla por el ‘placer’ de matar. Cuando un
fallo en la seguridad del parque deja libre al monstruo, se desata una histeria
pre-apocalíptica de efectos visuales que configura una película en la que la
calma dura sólo la primera media hora y los puntos de comedia -que los tiene- se sitúan en puntos estratégicos que
en ningún momento alteran el ritmo de la película. El actor de moda en
Hollywood, Chris Pratt,
encarna al marine Owen, sin mayor profundidad ni dobleces, mientras que Bryce Dallas Howard, la orgullosa
directiva de Mundo Jurásico, saca más partido a su personaje -que,
sorprendentemente, pasa toda la
película llevando tacones- ofreciendo una actuación que opaca la de su
compañero.
Pero lo verdaderamente
interesante de la película es la reflexión sobre la industria del
entretenimiento que subyace bajo los fuegos artificiales. El nombre Indominus
Rex es la excusa perfecta para la mofa sobre la publicidad y el
product placement, y se suceden las referencias a Parque Jurásico como si
Trevorrow supiera de antemano que no alcanzaría el nivel de Spielberg en esta
nueva apertura de puertas. Pero, sobre todo, llama la atención la resignación
de los personajes al admitir que la única forma de hacerse atractivo ante el
público del parque es añadiendo
“más dientes”. Un reflejo de la esencia de Jurassic World, que acepta su
falta de magia sustituyendo esa carencia por más diversión, acción y carisma. Porque como dice el
personaje de Bryce Dallas Howard en la cinta, al público le siguen gustando los
dinosaurios, sólo hay que
ofrecerle algo más para que siga volviendo.
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